Si no fuera por MEO, por su oportuna decisión de pretender el sillón de O’Higgins, la pequeña historia destinada a estas próximas elecciones no habría cambiado como cambió, el mismo MEO estaría en otra. Si hubiera sido así nadie lo llamaría ahora MEO, nadie se habría dado el trabajo de buscar una forma fácil de abreviar nombre y apellidos que deben repetirse continuamente por los que alegre o tristemente estamos obligados a darle bola.
Si no fuera por MEO esta elección estaría cocinada en diciembre, ni hablar de segunda vuelta, de votos transferibles, de todos esos elementos que dan tema para hablar o escribir sobre la incertidumbre que se instaló en los pronósticos electorales.
Si no fuera por MEO nadie se sentiría seguro de ser elegido presidente como ocurre en este momento, la Concertación no se habría desgarrado como se desgarró, ni se habría esforzado como lo hace ahora por competir, y nadie habría amenazado la pega de la Karencita.
Si no fuera por MEO la Izquierda extraparlamentaria se habría alimentado en forma natural del desencanto de la clientela electoral de la agotada Concertación y hoy por hoy figuraría en las encuestas con guarismos de 2 dígitos. Si no fuera por MEO gran parte de la clientela de la Izquierda extraparlamentaria no habría emigrado bajo el encanto de MEO, y hoy no sería evaluada por las encuestas con apenas el 1%.
Si no fuera por MEO la Derecha no estaría afanada en inflar la candidatura de MEO, puesto que este sería uno más de la Concertación y no sería candidato. Si no fuera por MEO, nadie estaría pensando que el candidato de la Concertación no puede salir tercero, que por ningún motivo se puede arriesgar a ese evento.
Si no fuera por MEO, nadie le aseguraría el voto en la primera para evitar dárselo a Frei en la segunda.
Si no fuera por MEO nadie estaría pensando como ocurre actualmente que si MEO pasa a la segunda vuelta, MEO es instantáneamente el presidente de Chile.
Si no fuera por MEO nadie tendría nuevos sueños. Esos sueños de MEO. Nada habría renacido de las cenizas, como los nuevos arcoiris, los arcoiris dos-punto-cero de MEO.
Si no fuera por MEO, nadie temería que los nuevos sueños vuelvan a ser traicionados como fueron traicionados los primeros, los sueños de libertad que aseguraba el triunfo del NO sobre la dictadura derrotada por el voto popular.
Si no fuera por MEO nadie tendría nuevamente el temor que los hombres al alcanzar el poder se olviden de sus ideales, que los decálogos se queden en sus letras, circulando como ecos sordos hacia ese día llamado futuro que no llega nunca.
Si no fuera por MEO nadie habría escrito una resignada nota como esta que termino.
Atte. René Dintrans
erredintrans@yahoo.es
http://blogdintrans.blogspot.com/
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