El antipoder me quita el sueño
Al poder hay que oponer el antipoder, a la violencia del poder hay que oponer la violencia del antipoder, es decir, la no-violencia activa y la reconquista de un estadio superior perdido: la solidaridad.
La (re)conquista del antipoder es lo que cuenta, la existencia de un antipoder, es condición previa a la conquista de la libertad, de la dignidad humana, del derecho de los hombres a vivir armónicamente en un espacio determinado, porque el hombre nació para vivir en sociedad, el hombre nació para vivir en libertad, para vivir el socialismo, porque la humanidad se vive plenamente en el genuino socialismo.
Sin embargo, hay accidentes en el camino, hay accidentes en la realidad. El neoliberalismo campea y tiene tiempo para re-fundarse. Este modelo, llamado modelo chileno, aunque expuesto con ridiculez por sus mentores, hay que tomarlo en serio, pero, sin olvidar jamás que es un “combo completo”, que ciertamente incluye la sanguinaria huella de Pinochet: fue necesario la dictadura para despojar de sus derechos a los trabajadores, maniatando al único antipoder que se podía oponer al poder de los ricos.
El neoliberalismo se presenta como el último grito de la Ciencia, de la llamada Ciencia económica. De modo que sería insensato oponerse a la Ciencia, pero no lo es para nada, oponerse a los representantes de la Ciencia en la Tierra, que es el caso.
La pomada que se vende como Economía, es en realidad Política, y este régimen político, sólo fue posible instaurarlo, con la participación del dictador, y con la posterior voluntad política cómplice de la Concertación, quiérase no se quiera reconocerlo.
Es el Estado burgués el que se ha impuesto, o mejor dicho, re-impuesto por este largo momento, sus instituciones prepararon el camino para el asalto final de la revolución neoliberal, para la puesta a punto reservada a su más genuino representante: el presidente Piñera, que tiene la triple condición de ser economista acérrimo del neoliberalismo, multimillonario, y oligarca.
Aquí es cuando se confunde el respetable público. Cuando se presenta la política como el dilema entre mercado vs. Estado, cuando en realidad, el Estado, es el Estado en el momento en que se considera, es decir, el Estado burgués en sus 2 versiones para el caso que nos ocupa: el Estado burgués dictatorial que impone un modelo importado desde el Imperio a modo de experimento, y su complemento, el Estado burgués administrado por la Concertación, que lo implementa a través de sus ministros de hacienda. Toda esta vorágine, implica el aniquilamiento del proletariado en su capacidad de antaño, ahora los trabajadores están sometidos a la precariedad laboral, carente de derechos conquistados en la etapa anterior.
La llamada flexibilización laboral, no es más que el caballo de Troya introducido como Ciencia y que consistiría en más puestos de trabajo por salarios aún menores. Lo que se pretende, como broche de oro de esta fabulosa escalada, es trasladar a los trabajadores a una posición de competencia interna, mercantil, poniendo una camisa de fuerza legal a la solidaridad y la rebeldía que son inherentes a la naturaleza humana, porque cualquier rebelión o acción solidaria de las víctimas (del nuevo contrato), estaría atentando contra intereses eventuales de trabajadores dispuestos a trabajar por cualquier precio. Jóvenes contra viejos, cesantes contra empleados, que finalmente se traduce en todos contra todos.
Los que tienen empleo tienen algo que perder: su trabajo. La inseguridad laboral es entonces, la clave del control social de los trabajadores.
De manera que a riesgo de ser considerado reaccionario, creo que la reacción a la versión perfeccionada del capitalismo, denominada neo-liberalismo, es lo que debemos poner en práctica en forma inmediata. Un partido que sea el partido de los trabajadores y los cesantes es lo que hay que propiciar.
Un partido que exista contra los intentos patronales de controlar a los trabajadores, un partido que luche contra los intentos de controlar a los ciudadanos, un partido o alianzas de partidos que tenga una meta en común: facilitar la reproducción del antipoder en la sociedad actual chilena, que se caracteriza, por un absoluto desequilibrio, las actuales condiciones son deplorables para el pueblo. Los ricos tienen todo el poder y la riqueza, y los pobres sobreviven con un salario miserable y desprovistos de derechos laborales efectivos, esa el la verdad de las cosas.
¿Es qué debemos despreciar las instituciones, mecanismos y leyes que se generan en el seno del Estado burgués?
De ninguna manera, son las leyes que rigen nuestros asuntos diarios como el contrato de trabajo, son las leyes que amenazan con su permisividad la explotación el medio ambiente en que vivimos, son las leyes que controlan o descontrolan los alimentos que consumimos, son las leyes que amenazan a los pueblos originarios.
Son los poderes clásicos del Estado los que están trabajando para darle fuerza legal a sus iniciativas. Los anti-poderes deben desplegarse en todas sus expresiones, y una de ellas, tan importante como otras que sean capaces de salir de la solidaridad y rebeldía de los controlados, es la representación parlamentaria, o la oposición parlamentaria en esa instancia.
La llamada Oposición, se ha comportado en forma errática en lo que va de su existencia, está como desorientada, no encuentra su norte porque su norte era el mismo que tenía la antigua oposición y actual gobierno. Sus disputas actuales son disputas de formas, de quejas por el vocabulario empleado (“Chile recortes”), de cuestiones administrativas de eficiencia (reconstrucción post-terremoto), de amurramientos, de negativas pero con un sí final, etc. De manera que existe un falso equilibrio parlamentario, que es la expresión más evidente del desequilibrio real en que se encuentran las clases sociales que existen en nuestra sociedad, y que se puede consultar en la última encuesta CASEN.
Una verdadera Oposición parlamentaria, debería ser una oposición al neoliberalismo en el parlamento. De manera que los chilenos merecemos un sinceramiento de parte de los parlamentarios que se declaran opositores, un sinceramiento de objetivos políticos, un reordenamiento si es necesario.
Los ciudadanos chilenos nos merecemos trabajar para crear o re-crear un antipoder.
René Dintrans
erredintrans@yahoo.es
http://blogdintrans.blogspot.com/
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