En Chile es mal visto hablar mal de una mujer, es mal visto
encarar, criticar, denostar, increpar,
culpar, agredir a una mujer en público. La Derecha , que se cree muy inteligente, y que cree además poseer el monopolio de la prudencia, no ha considerado la sabiduría popular: se
ha dedicado a acosar la figura de la ex-presidenta en ausencia
El silencio de Bachelet, el sigiloso camino de su retorno a
la arena política, no son más que la expresión de una exitosa manera de hacer
política electoral. No es nada fácil, aunque parezca todo lo contrario, inculparla
judicialmente de negligencia por lo que hizo o no hizo el fatídico 27-F, de hecho, la solapada “judicialización”
de la responsabilidad que pudiera tener en la muerte de 525 víctimas del
terremoto no ha prosperado, hace agua.
Hay que considerar que no es fácil responsabilizarla
políticamente de los efectos devastadores de un terremoto en que se liberó una
energía equivalente a 100 mil bombas atómicas como la que los EEUU dejó caer en
Hiroshima, en un terremoto considerado el 6º más potente registrado por la
humanidad.
En rigor, la
Derecha no inició
nunca el “juicio de residencia” que la ley contempla para estos casos, y ya
vencieron los plazos para llevarlo a cabo. Por alguna razón no eligió ese
camino, lo dejó pasar.
Por otro lado la Izquierda , la antigua extraparlamentaria, la del
Juntos Podemos, ha perdido su fuerza creadora. Su principal socio, el
Partido Comunista, es en la práctica desde hace tres años, parte integrante de la Concertación. De
modo que también asistimos a un abandono coincidente del campo de batalla.
Lo que resulta paradójico verdaderamente, es que la Izquierda , la que
definimos como tal, la que participó desperdigada en 3 frentes en la elección
municipal pasada, la que unida constituye por si sola 1/6 del universo de los votos
válidamente emitidos en la pasada elección de concejales, siga dividida para
esta elección presidencial y parlamentaria.
Ahora bien, si proyectamos esa
votación municipal a una lista única de oposición
en las próximas parlamentarias, ese 1/6, es la cuarta parte de los 2/3, es decir,
es el complemento del punto de quiebre del binominal.
Nunca antes en los 23 años precedentes de elecciones se
había estado potencialmente tan cerca de quebrar el binominal; y sin embargo,
nunca se había estado tan lejos de integrar una lista única de restauración de
la democracia, una lista que sea producto de un acuerdo de ese 1/6 con los 3/6
que alcanza la
Concertación , un frente amplio, una lista que tenga un
programa en común, o al menos un mínimo factor en común, es decir, terminar con el
binominal, que es en síntesis la piedra de tope de la democratización
verdadera, y es por algo también el tabú de la Derecha , el campo de lo
intransable. El cambio del binominal jamás contará con la aprobación de la Derecha , ni siquiera lo
consideró para traer de vuelta a Pinochet de Londres, y menos ahora, que
controla la UDI
por sí sola el tercio de la Cámara de diputados.
Una elección primaria abierta a toda la oposición para
elegir los 2 cupos de candidatos que la ley estipula para cada circunscripción
senatorial y cada distrito, no era una mala iniciativa, era una solución al
alcance de la mano; las 2 primeras mayorías serían los 2 candidatos de un
Frente Amplio de restauración de la democracia.
Compartir el poder adquirido va contra la costumbre, contra
la codicia electoral de los partidos, contra la forma de ser de la dirigencia
de partidos políticos de todos los tiempos. Esa característica fue precisamente
la que tomó en cuenta el equipo de Pinochet que ideó el sistema binominal que
se impuso en la
Constitución del 80, que jamás ha sido sometido al juicio de
la voluntad popular mediante un plebiscito, y el que la Derecha jamás transará.
Ahora bien, si es verdad que Michelle Bachelet es tan buena
candidata, si es seguro que su votación será un fiel reflejo del alto índice de
popularidad que marcan las encuestas, si es realmente una vaca sagrada en el
sentido más elevado de la palabra, ¿por qué no se propone al resto de los
pretendientes de la oposición al trono presidencial unirse en torno a su
candidatura bajo un programa común cuya primera medida sea hacer lo que hizo el
presidente Zelaya en Honduras?
Es decir, llamar sí o sí a plebiscito, para terminar con el
sistema electoral binominal
Una elección presidencial vinculante, cuyo resultado sea la
aprobación abrumadoramente mayoritaria para ejercer el derecho del pueblo en el
más breve plazo, de darse su propia Constitución, de zanjar definitivamente las
reglas del juego de la convivencia cívica, es, una propuesta interesante. Eso sí que sería
cueca.
Solamente una vaca sagrada puede llevar a cabo con éxito un
(des)propósito tan anhelado como el descrito en el párrafo anterior.
René Dintrans
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