La Ventana
Prefacio
Camino obligado
al primer mar que conocí
al primer cielo.
Intacta,
la huella no deja ser vista
La distancia
desde el cristal de sus ojos
regresa
a tiempos felices
I
El alba funcionaba como reloj,
y los ríos bajaban vertiginosos,
tal como es costumbre en mi país.
Cerros con su vista hacia el poniente,
veían llamear sus navíos,
y por detrás con la nieve al tope,
el anaranjado telón de los Andes
reflejaba el ocaso ardiente.
Vientos
brisas y lluvias
convivían amablemente.
La ciudad ya disponía de humo,
y sobre esa nube de carbón
solemnes pájaros carroñeros
marcaban trazas en el hielo azul.
Las casas construidas en los valles
acopiaban rayos sobre sus techos,
y por la noche provistas de calor
esperaban a sus hombres que regresaban.
II
Las
ventanas
ingenuas
respiraban
el
aire
frío
de
las
mañanas
Sus
líneas
caían
atravesando
los
más
puros
e
íntimos
rincones.
III
La primera gota
se deslizó por la superficie
de aquellos vidrios ya empañados,
comenzando las escaramuzas
que rompieron en misterioso llanto.
Las estaciones del año
que aquí son muy marcadas
se inundaron de lágrimas,
estas mismas palabras que escribo
germinaron desde la sal de esas lágrimas.
IV
Automóviles que pacientes circulaban
comenzaban a salirse de sus rutas,
caudalosos ríos que acumulaban ruido
se fragmentaban paralizándose.
Los andenes colapsaron,
porque no abrían regularmente
las puertas de los trenes
Las opiniones estaban divididas
entre las autoridades pertinentes,
y salidas sin destino sucedían,
mientras las flores sacudían sus pétalos.
V
Sonidos
de
sirena
luces
muchas
luces
pasaron
sobre
suaves
pétalos
que
volvieron
a
caer
VI
Recobré el conocimiento
en medio de todo ese conflicto,
yo que todo lo resolvía en mis ojos,
yo que todos los ríos,
que todos los estallidos de esas flores,
que todas las estaciones que corrían
sobre aquellas viejas vías férreas,
yo que todo lo resolvía en mis ojos
VII
Entonces recogí sus lágrimas
sin ninguna esperanza
VIII
Veloces
ríos
lejos
de
sus
viejos
cauces,
vientos
huracanados
dibujando
el
nuevo
paisaje
el
escritorio
vaciándose
hojas
en
blanco
cayendo
al
piso
derrotadas
como
si
se
tratara
de
un
otoño
( De "Lista de espera")
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