A Michel Bachelet se le acusa por estos días de hacer intervención electoral, se agrega además, que lo hace con plata de todos los chilenos. No es el caso dilucidar en esta nota si es válida la sentencia verbal en cuestión, no es el caso tomar partido en esta lucha mediática que se renueva cada vez que hay elecciones entre las fuerzas políticas que garantizan el statu quo.
El equilibrio perfecto entre la alianza gobernante y la opositora, donde la primera es la que parte la torta y la otra es la que elige y reparte el pedazo, se considera como un atributo de nuestra peculiar democracia en donde estas alianzas monopolizan el juego, paralizando o controlando al resto de la sociedad.
Sin embargo, las legítimas ambiciones personales de los hombres de la Derecha que quisieran tener más protagonismo en la Historia de Chile que se escribe por estos días, los han llevado a afirmar que los recursos públicos empleados por la Concertación en las 3 últimas elecciones presidenciales ha inclinado en último momento la balanza en favor de los siempre “vencedores”.
De manera que existe una especie de usurpación del poder, hay algo de ilegitimidad en los gobiernos de Frei, Lagos y Bachelet, ya que estos han tomado el control del gobierno haciendo trampa, y que consiste, en echar mano a recursos asignados a otros menesteres, que bien sabemos son de todos los chilenos, para volcarlos en un efectivo medio para convencer a un relevante números de indecisos ciudadanos, que finalmente seducidos les han entregado su voto.
De la afirmación de fondo, de que existe intervención electoral y que esta se hace con recursos económicos de todos los chilenos, no se lee necesariamente que se esté condenando la intervención electoral en sí misma, más bien lo que les molesta, es que se hace con recursos de todos los chilenos y no con recursos privados.
Es así como queda establecido empíricamente, que la aplicación de recursos económicos en una campaña electoral, produce el efecto de manipulación de las voluntades de los ciudadanos al momento de sufragar.
De modo que cuando la intervención se lleva a cabo con recursos privados no es ilegítima, mas cuando se hace con los recursos públicos no asignados por ley para ese efecto sí que lo es.
Pero se da la casualidad, tal como dicen los rumberos, que en Chile los recursos propios, es decir los ingresos privados, están categóricamente desigualmente repartidos, y así los desprovistos de recursos no tienen ninguna chance de intervenir “legítimamente” un acto eleccionario, estando en consecuencia destinados al silencio.
Sabemos que el orden de las cosas es tal que existen medios de comunicación como un recurso efectivo en la preparación de opinión pública, monopolizados en el caso chileno, por 2 grandes consorcios periodísticos interesados en mantener el equilibrio que tanto beneficio les ha aportado. Se trata de El Mercurio y la Tercera , en que todo el mundo conoce su línea editorial y sus titulares, son de Derecha, mas cuando es necesario no romper el hechizo, es decir el equilibrio, se da algo de cobertura a la alianza de Centro-Izquierda, a los administradores del poder político, a los sucesivos candidatos de la Concertación.
De la TV , el único canal relevante que no es de Derecha, es el canal estatal TVN, en que el equilibrio informativo, es un riguroso rito medido en segundos para tal o cual.
Por otro lado la propaganda política directa que se desarrolla en los períodos pre-eleccionarios necesita de financiamiento, y aún cuando este sea aportado por el estado proporcionalmente a los votos que son preferidos por los electores, para nadie es un misterio que las grandes sumas de dinero extra que gasta la Alianza y la Concertación sobrepasan enormemente esas cifras.
De modo que la desigualdad de condiciones, sólo está referida a las minorías que son marginales al poder, son ellos las verdaderas víctimas de la intervención, lo demás son episodios de ajuste, que rápidamente se deja a un lado una vez que se decide el nombre de los protagonistas principales que serán elegidos.
El equilibrio, es el equilibrio del orden creado por el que parte y reparte, del que tiene asignados sus recursos para financiar campañas políticas en ambos bandos del orden de las cosas.
“Los recursos de todos los chilenos”, no es más que una frase recurrente utilizada con maña. Ni la Concertación ni la Derecha han considerado los recursos de todos los chilenos en el sentido de lo impropio que significa utilizarlos para interés de una parte de la sociedad en desmedro de la otra. Las leyes que se fabrican en el parlamento para utilizar los recursos de todos los chilenos son innumerables.
Desde luego de allí salieron las leyes para enajenar los bienes públicos – que fueron toda la vida de todos los chilenos- tales como el agua, el gas, la electricidad, el sistema telefónico.
Actualmente se discute en el parlamento dar en concesión parte del borde costero a los empresarios del salmón, con el fin que exista una suerte de hipoteca a favor de los bancos que eventualmente les presten plata.
Es decir, se pretende meter la puntita para privatizar el mar y sus playas, tal como se metió en un momento la puntita para que las AFP pudieran en un pequeño porcentaje invertir sus fondos en las bolsas de comercio.
Los parlamentarios que se asignan con lupa en los contados cupos – sólo 2 – y que finalmente son ratificados en el mero trámite eleccionario, se dedican a su tarea legislativa. De consenso y a espaldas del pueblo que los eligió, se han dado la tarea de modificar leyes o crear nuevas que permiten contaminar el medio ambiente beneficiando con nombre y apellidos a empresarios de la celulosa y la minería.
Se contamina sin pudor el agua, la tierra, el aire, bienes públicos que pertenecen a todos los chilenos. Es una contaminación legítima, puesto que existe un marco legal que la respalda, y al parecer no se consideró en su factura la opinión de sus dueños originales: todos los chilenos.
Los chilenos esperamos que en las próximas elecciones se rompa el hechizo, que se rompa este equilibrio artificial que ha hecho de Chile un país en que la riqueza está repartida en una forma vergonzosamente desigual.
Sin embargo, todo indica que se volverá a empatar: por lo menos un diputado y un senador para la Derecha , en cada distrito o circunscripción electoral. Y no estamos considerando que Piñera puede ser elegido presidente.
Los plazos se acabaron, el único interés que presenta esta elección próxima es el desmoronamiento de la coalición gobernante, sobre todo si es superada por la anunciada lista alternativa en una cantidad relevante de distritos y circunscripciones. Esto sería un buen augurio de cambio, el primer indicio de la ruptura real del equilibrio de una de las partes representada en el parlamento, el resto corresponde al pueblo, es tarea de sus vanguardias movilizarlo hacia la reconquista de su histórico protagonismo.
Atte. René Dintrans
erredintrans@yahoo.es
http://blogdintrans.blogspot.com/
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