Vivo al frente de una capilla
que se abre como reloj de arena
vaciándose de los deudos del día
de vez en cuando
mis ojos curtidos en la rutina
son penetrados por el cortejo
que llora su particular desgracia
Interminables minutos desfila
el ataúd a cuestas por mis nervios,
y
dejando abandonado sus restos
en un hoyo hecho en mi cabeza,
del lugar de los hechos,
amigos y parientes del occiso
se retiran
sin hacer declaraciones
No hay comentarios:
Publicar un comentario