“Quisiera que
captasen el significado profundo de esto, que, de no ser así, sólo sería un
trivial juego hidráulico. De Caus sabía muy bien que si se coge un recipiente,
se llena de agua y se cierra por arriba, aunque luego se practique un orificio
en el fondo, el agua ya no sale. Pero si también se hace un orificio arriba, el
agua defluye o brota por abajo.
-¿No es obvio?- pregunté-. En el segundo caso, entra el aire
por arriba y empuja el agua hacia abajo.
-Típica explicación cientificista, donde se confunde la
causa con el efecto, o viceversa. No hay que preguntarse por qué sale el agua
en el segundo caso, sino por qué se niega a salir en el primero-
-¿y porqué se niega? Preguntó
ansioso Garamond.
- Porque si saliese
quedaría un vacío en el recipiente, y la naturaleza le tiene horror al vacío. Nequaquam vacui era un principio
rosacruciuano, que la ciencia moderna ha
olvidado.
-Impresionante-
exclamó Garamond-. Causaubon, en nuestra maravillosa historia de los
metales tienen que figurar estas cosas, no lo olvide. Y no me diga que el agua no es
un metal. Imaginación, eso es lo que hay que tener.
-Perdone- dijo Belbo dirigiéndose a Agliè-, pero el suyo es un argumento post hoc ergo ante hoc. Lo que está después es causa de lo que estaba antes.
-No hay que razonar
siguiendo secuencias lineales. El agua de estas fuentes no lo hace. La
naturaleza no lo hace, la naturaleza ignora el tiempo. El tiempo es una invención de
Occidente.”
( de "El péndulo de Foucault" de Umberto Eco, cap.57)
( de "El péndulo de Foucault" de Umberto Eco, cap.57)
No hay comentarios:
Publicar un comentario