lunes, agosto 15, 2011

Qué clase de representantes son aquellos que no representan a sus representados


Qué clase de representantes son aquellos que no representan a sus representados
Publicado en www.elclarin.cl el jueves, 04 de agosto de 2011



Es ahí donde reside el problema que tenemos, cuyo enunciado quedó escrito en el título de esta nota. Suerte que por estos días ha quedado ratificado por los resultados que la encuesta Adimark midió entre los ciudadanos chilenos presuntamente representados: el gobierno del presidente Piñera, que hace menos de 2 años obtuvo más de 50% de las preferencias para ser elegido presidente, hoy sólo el 30% de sus representados lo aprueba; el Parlamento que fue renovado totalmente en la misma fecha, para el caso de los diputados, ahora sólo lo aprueba el 22%, y el senado, en que fue elegida la mitad de sus integrantes, es aprobado sólo por el 27% de sus representados.


Los representados no se sienten representados por sus representantes. Los que saben de política hablan de crisis de representatividad.

¿Es normal, es prudente, es deseable, que la ciudadanía deba marchar por las calles para que los poderes del estado solucionen los problemas no solucionados por sus representantes elegidos que ha devenido con el tiempo en la indignación de los representados?

Es evidente que hay un divorcio entre representantes y representados. Entre la “clase política” y la ciudadanía, entre el presidente, los senadores y diputados, y el pueblo de Chile.

Los cabros de ahora parecen más inteligentes, como que han despertado entre tanta indiferencia, entre tanto “no estoy ni ahí”, y de paso se han puesto en la vanguardia: tienen al gobierno en jaque.

¿Es que el sistema electoral para elegir a los representantes populares no es el adecuado ya que en tan corto tiempo después de una elección los encuestados renieguen de su opción votada? 

Posiblemente sea verdadera esa afirmación planteada como pregunta.

Los cabros de ahora parecen más valientes, más valientes e inteligentes. Saben de sobra que tienen la sartén por el mango, saben que el gobierno pretende ganar tiempo, pretende cambiarles el escenario, pretende repetir el protocolo seguido anteriormente con sus antecesores “los pingüinos”. Pero la Historia está ahí para aprender de ella.

Ellos saben que esta gesta está recién empezando, sobre todo, por las palabras de Hinzpeter , que más parece el punto de partida a una reacción en cadena, ya que  informó que el Gobierno no autorizará ninguna marcha por la Alameda que convoque la Plataforma Social por la Educación. Ya que él considera que  “el tiempo de las movilizaciones terminó”
Las palabras de Hinzpeter, y esa especie de “dialogo de payasos” con el alcalde Zalaquet, parece, al tenor de los tiempos, francamente demenciales. Es como intentar apagar el fuego con bencina.

La ciudadanía espera cambios relevantes, ya pasó el tiempo de los cambios cosméticos. Lo pertinente es un nuevo pacto social, en que lo mínimo a pactar sea la forma en que se eligen a los representantes populares, en otras palabras: fin al sistema binominal.

Si la autodenominada “clase política” no quiere entender que es el tiempo de cambios estructurales, entonces que se entienda con las movilizaciones populares, que se entienda con las huelgas de hambre masivas de los adolescentes de Chile, con la no-violencia activa de la ciudadanía, que puede terminar en un país entero protestando a través de sus huelguistas de hambre; en cada escuela, en cada universidad, en cada centro productivo, en cada puesto de trabajo.

Para entonces, tendrán que ponerse de acuerdo los Longueiras con los Inzulzas, los Lagos con los Jovinos, los Piñeras con las Bachelet, en que la cosa va en serio, por lo tanto, es preciso abrirse a los cambios democratizadores para este Chile que ha sido burlado, ha sido humillado, ha sido diezmado, por la codicia, la felonía, y la violencia.

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