sábado, septiembre 10, 2011

Desórdenes en el cielo



 (publicada en www.elclarin.cl, el 8 de septiembre de 2011)

Desórdenes en el cielo 

El señor ministro de la Defensa Nacional aún no cita a la "psíquica de Chimbarongo" para colaborar como asesora en las pesquisas que lleven al incierto paradero de los pasajeros del avión de la fuerza aérea de Chile que capotó en las aguas que rodean el archipiélago de Juan Fernández desperdigando sus restos mortales por sus costas.



La Armada de Chile se asesora con una vidente rancagüina de cierta fama, y se hace acompañar por pescadores de la zona, que son los únicos que han encontrado en días pasados los cuatro cadáveres con que cuenta hasta el momento el complejo rescate.

Desde una improvisada mesa con cartas náuticas y mapas, y frente al teatro de operaciones, el ministro Allamand explica a la prensa en qué consiste el trabajo que ellos -una suerte de Comando Conjunto-  realizan en el fondo oceánico ayudados por un robot de propiedad de la Marina de guerra que escanéa  cada forma anómala que aparece.

Trabaja con ellos otro robot que fue arrendado a una empresa particular que tiene negocios relacionados con el mar.

El ministro comunica frente a las pantallas de la televisión, que la fuerza aérea de Chile realizará una “operación rescate” que ha sido bautizado como “Operación Loreto”, en honor a la santa patrona que protege a sus aviones.

 Llama la atención la fe y fidelidad  de los aviadores militares hacia la santa – Sta. Loreto - que ha demostrado su absoluta nulidad en los últimos lamentables sucesos.

Finalmente Allamand le pide expresamente a Dios y al mar que les ayuden a  encontrar las partes de los cuerpos que permitan identificar a las víctimas. En el día de hoy – 7 de septiembre del 2011- el presidente aparece en la isla de Robinson Crusoe, y es informado por su ministro de Defensa sobre el curso del desarrollo de la operación rescate, todo esto frente a las cámaras y en cuclillas, puesto que el mapa de la isla esta dispuesto en atril, pero a la altura de 1 metro .

Mientras tanto, en la capital, en las afueras de la casa televisiva del principal pasajero hasta ahora desaparecido, y presumiblemente extinto, el destacado e irremplazable conductor Felipe Camiroaga, se desarrolla un fenómeno similar al que ocurrió cuando la fatídica y polémica muerte encontró Lady Di, acaecida el 31 de agosto de 1997 en el túnel de la plaza de l'Alma en París.

Fenómeno que ha sido catalizado intencionalmente por sus insaciables productores televisivos mostrando primero las imágenes de incipientes y espontáneas velitas, que han devenido con el pasar de las horas, como era de esperar, en una sorprendente multiplicación de animitas que es la representación popular de tumbas vacías para esas almas en pena que eventualmente vuelven a los lugares que frecuentaban en vida.

El lenguaje por estos días, como se ha tomado razón en esta nota, está cargado de alusiones religiosas, con las cuales estamos ciertamente familiarizados, ya que  hemos conocido reiteradamente del propio presidente de la república, su fervor religioso y su clásica frase, acompañada del sobreactuado gesto de llevarse la mano derecha al sector izquierdo de su pecho: “lo digo desde el fondo del alma y del corazón”, tal como si el alma se encontrara en esa zona.

Sin embargo, y a pesar de ello, el afán de transformar la tragedia de 21 personas en un mega evento de alcance político, no hace más que mostrar la miseria de contenido de una sociedad que va a la deriva.

Las reiteradas alusiones al Dios todopoderoso pone de relieve la incompetencia del aludido. ¿Cómo es posible que ocurran estas lamentables desgracias que podrían ser evitadas con un sólo golpe de autoridad?

¿le parece justo a dios ese horripilante final para esos 21 seres humanos?

En materia religiosa me quedo con las divinidades antiguas, cada una en su propio espacio, cada una trabajando en su rubro. Para cada fenómeno natural, un dios. Un dios para la tierra y el mar, otro para el cielo, y finalmente otro para el sub-suelo.

El monoteísmo ha quedado superado por la experiencia empírica, ha quedado de manifiesto su incompetencia para gobernar con armonía puesto que permite que ocurran estas desgracias lamentables, que son  producto de la descoordinación de los dioses pertinentes que se niegan ser pasados a llevar. La energía desarrollada en cada fenómeno de la azarosa naturaleza, se niega a ser regida centralmente, y lo demuestra a cada rato, sobre todo cuando hay fallas humanas.

Las fallas humanas  se perdonan, las divinas no, de ninguna manera.


René Dintrans
erredintrans@yahoo.es


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