domingo, abril 18, 2010

El hachís, de "El vino y el hachís" , Baudelaire

El hachís

IV

Cuando se recolecta el cáñamo, se producen ciertos fenómenos extraños en la persona de los trabajadores, hombres y mujeres. Se diría que emana de las mieses no sé qué espíritu vertiginoso, que circula alrededor de las piernas y asciende maliciosamente hasta el cerebro. La cabeza del segador se llena de torbellinos y a veces también de sueño. Los miembros se debilitan y se niegan a responder. Por otra parte, cuando era niño y jugaba y me revolcaba en los montones de alfalfa, también me sucedieron fenómenos similares.

Se ha querido obtener hachís del cáñamo francés, pero hasta ahora todos los intentos han fracasado, por lo que quienes desean procurarse esos maravillosos goces a cualquier precio, tienen que seguir utilizando el hachís que llega desde el mediterráneo, es decir, el que se ha obtenido con cáñamo indio o egipcio. El hachís se obtiene cociendo cáñamo indio con manteca y un poco de opio.

Es como una confitura verde, singularmente olorosa, tan olorosa que incluso provoca cierto asco, como lo haría, por lo demás, cualquier olor fino que fuese llevado a su máxima potencia y, por así decirlo, a su máxima densidad. Tomad una cucharadita de ella, una porción del tamaño aproximado de una nuez, y poseeréis la felicidad, la felicidad absoluta con todas sus embriagueces, con todas las locuras de la juventud y también con sus infinitas beatitudes. Ahí está la dicha, bajo la forma de un poco de confitura; tomadla sin miedo, pues ni mata ni causa daño alguno a los órganos físicos. Tal vez disminuya vuestra fuerza de voluntad, pero eso es otra cuestión.

Para dar al hachís toda su fuerza y plenitud, por lo general, hay que disolverlo en una taza de café solo y muy caliente y tomarlo en ayunas; la comida fuerte se deja entonces para las diez de la noche, pues sólo se permite una sopa muy ligera. Si se infringe esta regla tan sencilla, o bien se producen vómitos, al entrar en colisión la comida y el hachís, o bien este no llegara a ejercer su efecto. Muchos ignorantes e imbéciles que hacen esto, acusan luego al hachís de ineficaz.

Una vez ingerido ese poco de droga, operación que requiere, por otra parte, una cierta decisión, pues, como he dicho, la mezcla es tan olorosa que provoca en algunas personas ganas de vomitar, os encontraréis inmediatamente sumidos en un estado de ansiedad. Habéis oído hablar vagamente de los efectos maravillosos del hachís, vuestra imaginación se había formado una idea particular de ellos, una embriaguez ideal, y estáis impacientes por saber si el resultado, si la realidad responde a vuestra idea preconcebida. El tiempo que va desde al absorción del brebaje hasta la aparición de los primeros síntomas varía según el temperamento y el hábito. Las personas que conocen el hachís y que tienen práctica en su consumo experimentan a veces los primeros síntomas de la invasión después de media hora.

Olvidaba decir que como el hachís exaspera la personalidad humana y genera a la vez una sensibilidad muy intensa ante las circunstancia y el medio ambiente, conviene no exponerse a su acción más que en condiciones y en un entorno favorable.Lo mismo que se intensifica toda alegría y todo bienestar, cualquier dolor o angustia se vuelven intensamente profundos. No llevéis a cabo esta experiencia si tenéis que realizar una gestión molesta, si tendéis a la depresión o debéis pagar una letra de cambio. Ya he dicho que el hachís es impropio para la acción. No consuela como el vino; no hace más que potenciar desmesuradamente la personalidad humana en la situación concreta en que se encuentra. En la medida de lo posible, hay que disponer, pues, de una bella estancia o de un hermoso paisaje, de un estado de ánimo libre de preocupaciones y de algunos cómplices con facultades intelectuales similares a las vuestras. Conviene contar también, con un poco de música.

(continuará)

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