miércoles, abril 28, 2010

Pepedé: expresión del vicio político

El partido “por o para” la democracia, autodeclarado por su cúpula fundacional como “instrumental”, carente de principios en consecuencia, puesto que fue construido para enfrentar las primeras elecciones post pinochetistas y en donde la población traumatizada por la dictadura sólo tenía claro que quería recuperar la democracia, este, al lograr el propósito (el poder ejecutivo), no se disolvió ni se refundó, ni se establecieron principios ni ideología, ni intereses de clase o grupo por o para defender.
Debido tal vez al repentino acceso al poder de sus fundadores y parlamentarios, les pareció cómodo a ellos que el partido que guardaba sus espaldas, permaneciera jugando su rol, y determinaron su prórroga instrumental indefinida, que se ha prolongado por ya 2 décadas.


Dos largas décadas en que ha primado la confusión y vaguedad en las políticas impulsadas por los gobiernos concertacionistas en que ha sido gravitante su influjo, vislumbrándose al final de la jornada, el fortalecimiento de la clase dominante, y, actualmente con la captura del poder ejecutivo por la Derecha , su dominio sin contrapeso alguno en la sociedad en que vivimos.

El “stradivarius” de la política chilena, llamado obscenamente así por sus fundadores para justificar su anómala permanencia en el tiempo, tal cual permanece vigente el virtuoso instrumento musical al que puede sacar sonido cualquier violinista que tenga el privilegio de acceder a él, permanece irrestrictamente al servicio de sus dueños o socios.

¿Estoy afirmando acaso que el PPD es inmoral?

De ningún modo, un violín, un tanque, una máquina de escribir, o el vertedero de desperdicios de una ciudad no puede ser inmoral. Lo inmoral es la posición de sus militantes relevantes. Me refiero a los militantes activos que mantienen esa máquina que tan bien funcionó para sus pro-hombres cuando detentaban el poder; en manera alguna va la crítica a sus militantes, que todavía creen que algún día se conseguirá la democracia.

Lo que inequívocamente es inmoral es la doble militancia, concepto que se popularizó cuando el presidente Lagos acusó militancia en el PS y en el PPD simultáneamente. Se dice que existen otros privilegiados que mantienen el mismo status. No se ha sabido de una “doble militancia” en el PRSD y la DC. Entendemos que “doble”, es la clave del mundo de los dobleces, del actuar con disimulo, con falsedad.


De manera que quienes sienten pertenencia a ese instrumento, en cuanto está en movimiento, no hacen más que beneficiarse personalmente de sus efectos.

Cuando eso ya no es posible o dejó de ser funcional a sus personales intereses: supura. Tal como ocurrió con Schaulsonn & Flores. La pus se cambió transitoriamente de bando.

En cambio cuando algún militante declara que algunos parlamentarios ( los hermanos Zaldívar), militantes de un partido aliado, deben inhibirse de votar la ley de pesca, puesto que “son empleados de Angelini”, entonces se le expulsa sin asco. Tal fue la suerte del controvertido ex-senador Nelson Ávila.

Lo inmoral es sostener que se actúa de acuerdo a principios o a vocación de servicio público, cuando en la realidad, se actúa instrumentalmente para detentar el poder.

El poder por el poder, he aquí la clave.

No es el poder para la clase obrera, no es el poder para los pobres, los despojados, no es el poder para transformar la sociedad, es el poder por el poder, es decir, el poder para sí. Y eso es lo inmoral.

El decir una cosa por otra es inmoral.

De manera que considero más sólido moralmente aquel que sustenta que es necesario el control del poder para perpetuar el dominio de la clase dominante, que decir que se tiene principios sólidos para disimular el interés por el poder como un fin, el del el egoísmo en su más pura expresión.

Es más sólido moralmente el líder de la Derecha que se prepara para servir a su clase desde el sillón de O’Higgins, que cualquier líder del PPD, sobre todo si este es doble militante.


Los partidos de la Concertación deben recurrir a sus principios en estos tiempos de crisis y desolación. El que los tenga que los observe o los revise, el que no, que los declare públicamente o que se autodisuelva.


Atte. René Dintrans

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