POLONIO.
¿Todavía aquí, Laertes? ¡A bordo, a bordo! ¡Qué vergüenza! El viento sopla a espaldas de tu nave, y está esperándote. Oye: que mi bendición sea contigo (poniéndole las manos en la cabeza), y procura grabar en tu memoria estos preceptos:
1.- No reveles tus pensamientos, ni ejecutes ninguna idea inconveniente.
2.- Muéstrate afable y sencillo, pero, en manera alguna, vulgar.
3.- Los amigos que tengas y cuya adhesión hayas puesto a prueba, sujétalos a tu alma con cadenas de acero; pero no encallezcas tu mano agasajando a todo camarada nacido del cascarón y sin plumas.
4.- Procura evitar toda contienda, pero, una vez en ella, sostenla de modo tal que el adversario te tema. Presta a todos oído, pero a pocos tu voz.
5.- Escucha la opinión de todos; pero reserva tu juicio
6.- Sea tu vestido tan dispendioso cuanto lo permita tu bolso, pero sin pecar de exagerado; rico, pero no fastuoso, puesto que el traje revela frecuentemente al hombre, y en Francia, las personas de más elevado rango y posición muéstranse, en este principalmente, como modelo de finura y esplendidez.
7.- No pidas ni des prestado, porque el prestar hace perder muchas veces a un tiempo el dinero y el amigo, y el tomar prestado embota el filo de la economía.
8.- Sé sincero contigo mismo, de lo cual debe seguirse, como sigue la noche al día, que no seas falso con nadie. Adiós, y que mi bendición haga fructificar en ti estos consejos.
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