martes, enero 19, 2010

Iba a ganar por nariz, y perdió por 2 cabezas

Esas 2 cabezas no rodaron a su debido tiempo, llegaron amarradas con un alambrito a los cuerpos que venían fallecidos. Se estimó que no se podía prescindir de los generales de la derrota, que era peor descabezarlos según el consejo de la popularísima dama que presidía el país, que era por lo demás la misma idea que la academia militar aconsejaba para estos casos.
Si no rodaron mucho antes, cuando una de esas le dijo “conchadetumadre” a Gómez - que consiste por lo demás en el peor insulto disponible en el país donde ocurrían los hechos cuando Frei era proclamado candidato en la primaria que fue ampliamente conocida como “primaria trucha”-, tampoco rodarían la noche de la inédita derrota del candidato concertacionista que no superó el 30% de las preferencias de los electores.

Y si no rodaron con las pifias del pueblo el día después de la primera vuelta, pifias que aquellas cabezas tampoco escucharon, puesto que los muertos no escuchan ya que solamente se les permite hablar, redactar declaraciones y aparecer frente a las cámaras de la TV ; menos iban a rodar cuando era la condición que tácitamente se estableció entre Marco Enríquez y su pueblo. Pueblo de más de 1.300.000 votantes.

Fueron 30 largos días de espera, considerando que se perdió finalmente por un poco más de 220.000 votos.

Esas cabezas no rodarán ni hoy ni mañana, se dice que será en abril, cuando ya no se oiga el murmullo lacerante de la derrota.

La Concertación ha muerto, su cuerpo yace tibio entre serpentinas arrojadas sobre la noche de jolgorio de los vencedores.

El silencio producido por este dato fundamental, es interrumpido por Caco y Camilo, son los generales de la derrota que aparecen fugazmente en la suerte de Coliseo romano en que se ha transformado el estelar eleccionario de la TV. El primero toma el micrófono, balbucea algunas palabras, y finalmente afónico renuncia a hacer declaraciones al comenzar las primeras rechiflas. Camilo lo sigue en su fuga hacia la nada.


Ha llegado la hora de la verdad, Frei da la cara ante la cruel derrota, hace un discurso que logra lo que nunca logró en campaña, emociona su hombría de bien, se dedicará según propias palabras, a trabajar en lo que le resta de senador, hablará por la propia voz conciliadora que se le recuerda de su vida anterior.

Acto seguido, el presidente Lagos salta a las cámaras de TV desde un encuadre de ex-mandatarios de la Concertación que acompañaba el velorio. Salta desde una fotografía en sepia donde pálidos todos ellos regalaban su infaltable presencia, su testimonio de lealtad a la causa perdida. Todos muertos en silencio, de pie, acongojados por la irreparable pérdida, no han dejado de asistir para la última ocasión.

Lagos se siente llamado a resucitar, lanza sin previo aviso el réquiem que cree indicado para la tragedia que se precipitaba sobre los incrédulos telespectadores.

¿Quien mejor que él, que nos había regalado la ilusión en los primeros tiempos, la utopía de la alegría que ya viene, en medio del silencio de un campo de batalla arrasado por el enemigo, intente levantar el ánimo para decirnos que no todo está perdido?

“¡Nos han vencido es cierto, pero no han vencido nuestros sueños!”

¿De qué sueños, de qué utopía se trata ahora?

No serán las mismas ilusiones del pasado, puesto que esas habían sucumbido en su propio gobierno, cuando pactó con los poderosos, cuando le puso la firma a la Constitución de Pinochet.

No será el término de la interminable transición, ya que el mismo decretó que había ya finalizado.

¡“Que pasen los jóvenes a hacer el relevo”! nos dice, él está disponible.

Para qué más.

Atte. René Dintrans
erredintrans@yahoo.es
http://blogdintrans.blogspot.com/

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