viernes, abril 17, 2009

Lo rescatable de votar por el mal menor en 2ª vuelta

viernes, 10 de abril de 2009

Por muy iluminados que estén los que deciden su participación en los hechos políticos que suceden, por muy inteligentes e ilustrados que ellos sean, por muy jefes de partidos o movimientos políticos que ostenten ser, jamás podrán engendrar fuerzas de la nada. Esas fuerzas ya están presentes, están potencialmente en los hombres que conforman el pueblo, en este caso, en los súbditos del Estado burgués, que es la calidad en que nos encontramos transitoriamente – por largos 20 años- los resignados chilenos.

De manera que si alguien desea cambiar la correlación de fuerzas actual, medida en el padrón binominal, aparte de escribir, hablar, seducir o vociferar, jamás podrá crear nueva fuerza. Solamente le está asignado por la lógica de la verdad de las cosas, el ejercicio de unir, desunir, orientar, desorientar, encauzar, o dirigir las fuerzas ya existentes.

La Constitución vigente, la del 80, la del dictador, la parchada, zurcida y firmada por el presidente Lagos, es como todo chileno bien informado sabe, el efecto primero de la fuerza de las armas, y después, como una prolongación bastarda de ese efecto,“perfeccionada” o pulida por la felonía concertacionista.

Ni la fuerza de las armas ni la traición puede engendrar una carta magna moralmente aceptable, de modo que la aceptación de las normas que emanan de ella, es solamente convencional. Desaparecida la causa que le dio origen, desaparece la obligación formal de aceptarla.

Las preguntas que entonces corresponde hacer son las siguientes:

i) ¿Está el pueblo de Chile preparado para desconocer la Constitución vigente y exigir una nueva Constitución que dé cuenta de esta nueva realidad post dictatorial, post transitoria?

ii) ¿ La Derecha cuenta con la fuerza del Estado para impedir el procedimiento de constituir o pactar un nuevo orden?

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La Soberanía radica en el pueblo, como quedó establecido después de la revolución francesa, de modo que ninguna Constitución puede cerrar el paso al pueblo para modificar o darse otra carta fundamental. La actual Constitución jamás ha sido sometida a la aprobación del pueblo, de modo que nadie está obligado moralmente a reconocerla. Sólo se sustenta en la fuerza, si es que ella aún subsistiera.

Así las cosas, la elección del próximo presidente con seguridad se va a dirimir en segunda vuelta, y es nuestro propósito que así sea, de modo que si alguna importancia tiene esta próxima elección, será la de llegar a un acuerdo antes de que ocurra, de cambiar sí o sí la actual Constitución.

Está claro que la Concertación tiene a un candidato con mucha fuerza, con llegada incluso en el terreno de la Derecha, además de una lista parlamentaria que seguramente arrasará en las elecciones próximas obteniendo la mayoría de las bancas de diputados y senadores. Sin embargo existe un gran descontento que se ha desplazado hacia la Izquierda, pero que no encuentra un cauce idóneo de expresión.

No es el momento ni el lugar para las quejas, somos lo que somos, es lo que hay, a saber, 3 candidatos a la Presidencia de la República de Chile provenientes del sector conocido como La Izquierda, 3 posibles cauces de 3 tímidos riachuelos para recibir ese descontento desbordante: Jorge Arrate, Alejandro Navarro y Marco Enríquez-Ominami.

No es el momento de estigmatizarlos, ni de criticarlos. Nada sacamos con decir que uno no calienta a nadie, que el otro tiene humos de Mesías y que el último es un farandulero. Pero es lo que se escucha cuando uno pregunta quien es el mejor de los tres.

Ninguno de ellos pasará a la segunda vuelta si es que se da la lógica, sin embargo, la suma de sus votaciones, que ojalá al final se vierta en una sola candidatura, será muy relevante a la hora de los quiubos.

Esta conocida hora, será a la hora de ejecutarse la segunda vuelta, ahí será necesario el voto llamado “el mal menor”. Entonces cobrará valor el compromiso de llamar a plebiscito o Asamblea Constituyente.

Con un acuerdo firmado solemnemente de convocar a un nuevo pacto que implique plebiscito para una nueva Constitución o Asamblea Constituyente si es que se elige al candidato en cuestión, se estará legitimando el procedimiento para realizarlo(a).

Nadie en su sano juicio podrá impedir el procedimiento elegido por la mayoría del pueblo vinculado implícitamente a la elección del presidente de la República en segunda vuelta.

La mayoría es la mayoría, en todas partes del mundo.

¡Nuevo presidente, nueva Constitución!.

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